Uriel Martínez


Poemas Escogidos




LA RULETA


¿Has observado cómo sube
la espuma cuando la leche
suelta el hervor aun con flama süave?

¿Has visto cómo a la vuelta
de una semana el tomate maduro
empieza a mostrar puntos negros?

¿Has experimentado en el reverso
de las palmas cómo aparecen
mapas cafés al paso de los años?

¿Has notado cómo las ubres
de las reses en el establo
exhiben orgullosas esos apéndices como guantes?

De madrugada, ¿has oído cómo
los fantasmas se expresan por tu boca
sin necesidad de ouijas ni otros ritos esotéricos?

Todo punto de partida tiene
un final, aunque no siempre feliz:
ese fue tu caso, amor.



HE VISTO...


He visto lagartijas cuando
trepan rocas o al confundirse
con la arena entre las dunas.

He visto otras que suben
paredes de adobe, de bambú
y de cemento, mimetizadas con el tacto.

He visto iguanas deslizarse
sobre la piel de un hombre dormido
y confundirse con mi respiración pausada.

He visto salamandras perfiladas
en la manzana de Adán de seres
ebrios, de cuerpos dormidos por la furia.

He contemplado incluso en el pelo crespo
de tus noches que iguanas, lagartijas
y salamandras reposan quietas a tu lado.


SI DE PRONTO...


Si de pronto se abriese
la tierra, sedienta, le diré
que no me trague...

Si de pronto se abriesen
los mares, tumultuosos, les diré
que aún no es la hora...

Si de pronto los volcanes
hicieran crisis y sus lenguas
amenazaran bosques...

Si de pronto los muertos
saliesen de su sopor
y me tendiesen las manos piadosas...

Si de pronto se rompiesen
el silencio, la ceguera, la parálisis
de los dioses...

Si de repente voltease tu mirada
serena a mi vida, tu cuerpo enhiesto
me llamase a cuentas...

Quizá...



RASTROS


Escúchala, es la noche abierta
como rosa a punto de sangrarse

Es el pabellón del oído que guarda
y tritura cristales, espejos sedientos

Es un aliento vuelto espirales
mareadas, un movimiento perpetuo

Un mareo asido a su eje,
un oleaje sin cuenta

Más aún, es esfinge simulada
entre montañas de arena

Un sol que crece, un calor que derrite
el sueño, un dejo de miedo

Es también una página en blanco
un sueño asido a otro sueño

Un cardenal que indica un mapa
perdido en algún punto del eco.


COMO RESES...


Como reses colgadas de ganchos
pasarán la noche, a la intemperie,
pantalones, calcetines y toallas.

Como cuerpos inertes luego
de pasarlos al paredón un sábado,
quedan las prendas suspensas.

Así la vida nos agota una
a una camisas corbatas
alzacuellos pelo y cejas.

Así la noche el silencio,
el combustible que nos hace
los peldaños más lentos.

Las articulaciones más faltas
de aceite, de calcio, de fósforos
para alumbrarnos.

Como las piedras un día
serán ojos de agua, igual
los huesos los sabremos cenizas.


ELLOS NO...


Ellos no se van, somos nosotros
que nos desvanecemos como la niebla.

Ellos no lloran, nosotros somos
quienes tragamos papel tinta y tintero.

Ellos no se confiesan, somos nosotros
que cobijamos cuerpos como heridas.

Ya no palpitan, no oyen, no responden,
se evaporan como el agua al fuego.

Ellos no maldicen, no se muerden
la lengua, somos nosotros, su minoría

Su delirio, su guitarra, la partitura
abandonada, al garete,

La voz débil que evoca
la cuerda trozada, la nota roja.

Pero un día, yo pienso, el temporal
se va, el ausente vuelve.


VIENEN DE LEJOS

Los que frisan los setenta
van por la vida con el agua
al cuello, sus plantas queman lodo.

La piel que visten es correosa
como lengua de pulpos, ojos
de anémonas y transpiran humedad.

Se juntan en pequeños grupos,
juegan bingo, beben tés azabache
y cargan pitillera dorada en bolsos ocultos.

Intercambian información sobre
Feng Shui, Reiki, Baraja Española
y en fechas secretas toman baños de luna.

No le hacen caso a los guiños
del Mal de Parkinson, consultan
horóscopos chino, árabe y hebreo.

Saben que al final del arco iris
hay un cofre para quien lo halle,
pero no llegan tan lejos. Se fatigan pronto.


LA LIBRETA


Salí a la calle con mi libreta
bajo el brazo, la roja,
una de renglones como carreteras.
Ahí, antes de oscurecer, metí
las primeras gotas de lluvia.
Ahí cupieron también parejas
con paraguas, impermeables, diarios
e individuos sin sombrero.
Cuando ya casi no cabía nadie
se abrieron campo los últimos:
una pareja que pedía monedas con acordeón,
acomodados bajo un alero.
Cuando hube de cerrarla entré
al local de mesas y luces mercuriales
con una hamburguesa caliente. Compré
agua de manzana.
Al lado del asiento puse el cuaderno,
los lápices y la gorra de lona
hecha en Taiwán.

Frente a mí desfilaban aspirantes
que llegaron tarde a los apuntes,
deletreaban el sabor de mi merienda
y la botella de gaseosa.
Me veían y no lo creían:
de un momento a otro me regresaría
al hotel sin llevarlos en el cuaderno.

Afuera, el tumulto del agua era
una llovizna pertinaz.



MECÁNICA POPULAR


Quizá no es necesario hacerle
biombo con la palma al cerillo
que encenderá tu tabaco.

Puede que sea inoportuno
cuando estás resguardado
de ventiscas, de tornados, de iras.

Quizá las duelas del cuerpo
no rechinen en invierno,
ni las puertas, bisagras ni pestillos.

Bastará una dosis de aceite
para que corran silenciosas
y a tu gusto.

Abre el cuaderno de Mecánica Popular
y busca en el índice "Mantenimiento
y reparaciones sencillas".

Ahí, en la última página,
en letras pequeñas hallarás
las indicaciones precisas.



LA CEBOLLA


Ayer partí cebolla, ingrediente
fundamental en mi dieta.
Un sobrante de 3/4 quedó
en la mesa para después.
Pero su aroma penetrante
rápido se apoderó de todo.
No estabas es cierto y no
corroboraste el espacio que ocupabas.
No sé si fue su olor característico
o el olor del ajo la pimienta
el perejil o la sal el que te
conjuró en calendarios olvidados.
Por un momento pensé
guardarla en la alacena.
Pero no quise perturbar
tu imagen de figura medieval
sobre un caballo y con la espada
presta a desenvainarla.
No quise tu desvanecimiento
como la niebla en el lago.
No quise que te fueras
como habías aparecido
un día entre tinieblas.



MEDUSA


No soy yo, es la noche que va
sonámbula sobre mis piernas.

No son mis párpados, es una
aguja que lleva por mal camino.

No son mis labios, es el hilo
rojo que los borda sin dedales.

No es mi boca que quiere
maldecirte; es el veneno que subyace.

No es mi lengua, atravesada
por tus vocales inicial y última.

No son mis cabellos, es la medusa
imaginaria que me incendia.

No son los cascabeles, es el silencio
y la presencia de un felino negado al reposo.



LA ESCARCHA


Antes que los cristales
se empañen de escarcha
donde tengo la M de muerte
aparece un surco que anticipa
el invierno.

Antes que las aves emigren
en oleadas al sur
el cuerpo cobra cuerpo
en el agua cristalizada.

Antes que los niños
se arropen con ropa gruesa
la garganta se cierra,
las uñas cambian de textura.

Pero antes, todavía más atrás,
las hormigas, las moscas,
negras larvas invaden
tejidos, músculos y ojos.

Aun así maduraba tu piel
sueños, umbrales, noches perpetuas.



EL PUERTO
a José Emilio


Emprenderás un viaje
a la noche, Ulises, el último
sin cura para tu incontinencia.

Sabes que llevarás contigo
antibióticos contra la lucidez
la oscuridad y el dolor.

Además de jeringas hipodérmicas
algodón y alcoholes cargarás
un atado con apuntes y bosquejos de cuerpos.

Querrás viajar en el estribo
de esa tarde, la única, la irrepetible,
la ensayada a solas.

Cabalgarás alrededor del escritorio,
la mesa, el techo de tu celda,
los barrotes de los años idos.

Antes de anotar en la libreta
el orden de goteros, yerbas
y analgésicos habrás llegado
a buen puerto.



LA SED


Te uniste a la manada
una noche de luna nueva
como un acto de piedad
hacia ti.

Te hicieron espacio merced
a un gesto que no sabes
de qué soledad oculta
vieron en tus espejos.

Famélico bebiste con numerosos
animales llegados a abrevar
de un cauce intuido,
de ciegas vetas.

Quizá al fondo del pozo
haya un ojo de agua
que resurge en callados
manantiales. Quizá

Llegaste con la crin
alazana, sediento como
bestia silvestre que eres,
sin adivinar umbrales.

Habías trotado parte
de tu vida en espera
de astros y vientos propicios.
No esperabas otra cosa.

Fuiste parte del hato
cuando en el agua que bebías
encontraste alivio momentáneo a tu sed.


LA VUELTA


No viajes a Comala, Ulises,
allá sólo encontrarás cruces,
tumbas, polvo, olvido.

Es inútil que llegues coronado,
ni el perro del pueblo te recuerda,
no escucharás ni a las bestias
de corrales cerrados ni derrumbados.

No vuelvas sobre tus pasos
que perderás el norte,
los pocos acantilados que conservas.

Cancela planes sueños y travesías
cuando los dioses, los astros
y las vísceras te predicen  el fracaso.

Yo sé lo que te digo, muchacho,
atiende la voz de quienes te aman:
aquello que perdiste no retorna.

Pero si vas y vuelves, entiende
que fuiste advertido, necio.


PAISAJE


En esta temporada todo embona
a la perfección: el viento
se aviene con la enfermedad;
la tos entona con el cuerpo
fragmentado; la temperatura
alta con las pantuflas;
el pañuelo con la despedida;
el termómetro con las axilas;
el labio superior con su gemelo;
la iluminación de los templos
con el cansancio del peregrino;
la sandalia con las correas;
la palma del pretendiente
con el talle del pretendido;
la consonante con las vocales
que la preceden o suceden;

El paisaje se corresponde
con su doble en el espejo;
la llovizna con el agua nieve;
el cuerpo cortado guarda sentido
con el dolor de cabeza; también
la migraña con las obleas;
el amor correspondido va bien
con una forma misteriosa
y secreta de la vida y la muerte;

Quién lo dijera: la corbata
y las agujetas van de salida
antes de la foto; la puerta
abierta no siempre es sinónimo
de éxito; los labios resecos
no denotan sino cansancio;
el arma en la boca se corresponde
con la sed; el pensamiento
obnubilado evidencia confusión;
la puerta trasera esconde
dos escaleras de incendio:
la de entrada y la de salida.

Allá al fondo, en los sótanos,
una criatura suelta el llanto.


LA YEGUA

¿Sabes que si de pronto
vuelve el frío, no tendré
con quien escuchar a Mikis Theodorakis
The very best?

¿Sabes que si de un momento
a otro cayese una lluvia torrencial,
el jarro con tu nombre quedará
intacto de tu vaho?

¿Sabes que si más tarde
llega sin aviso previo el mesías,
mi cuerpo no tendrá noche
donde guarecerse?

¿Sabes que si la siguiente
madrugada vienen a buscarte
los guardias rurales, no tendré
en mis corrales tu yegua ardiente?

¿Intuyes acaso que con tu nombre
hay una tumba fresca
en cada pulmón, en cada
oído, en cada una de mis bocas?


ALACENAS

El bote de yoghurt con ciruelas
se conserva virgen a una temperatura
razonablemente baja.
Cuando abres el mueble la niebla
helada traza un signo
casi desvanecido.
La llave del agua caliente
responde a tus necesidades
previas al sueño.
Las chanclas, el cobertor, el silencio
son necesarios antes que los cuadernos
la lectura, la tinta china.
El aislamiento y las paredes altas,
la luz tenue de la vigilia
propician que los bacilos del cilindro
no se multipliquen.
Aunque un día ya no estén
ni las cajas de medicinas
ni las recetas ordenadas por mes.
Aunque todo caduque
aunque nadie responda
aunque nadie llegue ni parta,
ahí habrá un cuaderno, una gaveta vacía


EN ALGÚN MOMENTO


El cigarro de hoja hacía
que la abuela se remontase
no sé a dónde.

El camión carguero que iba
sobre la falda de un cerro
orillaba a la madre al desfiladero.

La sirena de ambulancia
llevaba a la vecina
a invocar su santuario en voz alta.

Las campanas del mediodía
hacían que las lavanderas
suspendiesen el quehacer por la oración.

Cuando convocaba a duelo
el badajo del sacristán bizco
las más ancianas recordaban la resurrección.

Y así sucesivamente, porque
todos, en algún momento,
sabrán que un día.



PARACETAMOL 750 mg.

"Es para el dolor
y no es adictivo",
dijo mientras me extendía
original y copia de la receta.

No quise preguntarle
si es analgésico como
la aspirina y si es
emoliente como tus labios.

Tampoco si es como el Tafil
que induce al sueño,
como tus brazos; ni si
abrasivo, como tus gotas amargas.

Entendí que no es sedativo
como los poemas que anoto
en los muros del sueño
cuando no vienes.

Supe entonces que ya tenía un aliado
para el fin de semana.



NO RESUELLES...


No resuelles hacia acá,
viento, que tengo punciones
frescas en oídos, frente, ojos
y memoria.

No golpees ni maldigas
mis paredes, aire, que
tu fuerza vence mis cuadernos,
doblega huesos y silencios.

Sopla hacia el sur y lleva
en tus pliegues la tinta
que va por superficies
como lagos, sobre algodones lentos.

Lleva en tu vientre plumas
süaves y haz que desciendan
en lechos discretos hasta
que hiervan sus arterias.

No permitas que la noche
nos devore,  viento, haz
de su vida y la mía
una sábana mortuoria.




URIEL MARTINEZ (1950), nació en Zacatecas, México. Estudió Letras Españolas en la UNAM, francés en Instituto Francés de América Latina y en la Alianza Francesa, ha publicado los poemarios Primera comunión, Vengan copas y La noche de Hugo y otros poemas, además de pieza de teatro Tres de José Alfredo (melodrama para cabaret). Ha publicado poemas en los sitios "Portal de poesía" (España), "Arquitrave" (Colombia) y "Quadrivium" (Puerto Rico),  mantiene vivos los blogs "mi saliva todo locura" y "Los Lavaderos" desde 2010.