1.- EN EL NOMBRE DE BORGES Si como dijo Nietzsche, toda actividad humana está complicada con el milagro, el arte podrÃa constituirse en el principal paradigma de tal aseveración y, en este aspecto, la figura de Borges merece un capÃtulo aparte. Tildado casi hasta el ocaso de su existencia de “escritor elitista”; acusado de no representar una literatura argentina, sino europeizante; combatido, por estas razones, por la intelligentzia de distinto signo ideológico, pero sustentada en una misma raigambre popular; manosea…
En un instante de su condición de joven aspirante a poeta se dio vuelta ante el espejo y pudo intuir una realidad más allá de sÃ. No ya la de quien puede reconocerse idéntico a los rasgos que lo reflejan y sonreÃr o hacer una mueca, sino la de quien, apartándose del azogue, dándose la vuelta y quedando a espalda sin poder mirarse, como el personaje del cuadro de Magritte, se percata del otro que también es, se entera como por súbito que es tras si donde ocurre todo, porque el ego miente y no lo que traemos detrás. No basta con d…
Hay poetas que requieren lectores y hay poetas que requieren partÃcipes de su aventura. Oliverio Girondo es de los últimos. Intentar acercársele por el lado de lo consabido y presupuesto es renunciar de antemano a su compañÃa; renunciar, por consiguiente, a la aventura más alta y honda que haya emprendido nunca un poeta de los nuestros. La crÃtica oficial, epidérmica y chambona, le regateó mezquinamente su lugar, atareada como siempre en remontar poetas nonagésimos. Muy pocos revelaron a esta voz gigantesca: los que seguÃan, paso a pa…
Ascasubi, en vida, fue el Béranger del RÃo de la Plata; en muerte, un precursor humoso de Hernández. Ambas definiciones, como se ve, lo traducen en mero borrador -erróneo ya en el tiempo, ya en el espacio- de otro destino humano. La primera, la contemporánea, no le hizo mal: quienes la apadrinaban, no carecÃan de una directa noción de quién era Ascasubi, y de una suficiente noticia de quién era el francés; ahora, los dos conocimientos ralean. La honesta gloria de Béranger ha declinado, aunque dispone todavÃa de tres columnas en la E…
Descubrà la existencia del poeta español Juan Larrea en 1958 a través de su obra Rendición de EspÃritu . Leà esos dos volúmenes —que me esperaban intonsos, en el Instituto de Literaturas Modernas de la Universidad de Cuyo— con deslumbramiento y pasión, descubriendo a un poeta vidente de excepcionales condiciones, y a un hermeneuta que aplicaba a la Historia misma su capacidad revelatoria. Debo decir que ambos mensajes —el sentido de la poesÃa y el destino de América— entrelazados por una mirada profética, me marcaron para s…
La poesÃa de Canarias se puede definir como un hecho singular desde el momento que esta cumple su mayorÃa de edad y se pone a dialogar con poéticas de otras latitudes extrapeninsulares. Esa madurez no supone una tendencia a la homogeneización de la expresión y el contenido sino un afán dialogante que enriquece y, al mismo tiempo, nutre y amplÃa. En esa diversidad estaba la universalidad a la que aspiraba nuestra literatura en unas circunstancias culturales e ideológicas que el academicismo literario denominó modernismo . Realm…
Los poetas suelen rechazar la condición puramente verbal de la poesÃa: la poesÃa, en su calidad de creación literaria pura, inerte. Rimbaud quiso cambiar la vida. Terminó por abandonar la poesÃa y transformarse en comerciante, ¿traficante?, en Abisinia. Maiakovski trató de convertir la poesÃa en instrumento de la revolución. Vicente Huidobro fue un inventor incesante de actos poéticos. Pablo Neruda, encerrado en la cárcel estéril de Residencia en la tierra ("sus listas de sonido, sus lúgubres barrotes"), se propuso unir desp…
1 Decir relámpago es nombrar a Gonzalo Rojas. OÃrlo es ya el fuego mismo. Relámpago. Hondura suya en el hacer y deshacer la sintaxis del poema, en el consentir la poesÃa como respiración otra, como necesidad, como sed diáfana para desentrañar el misterio que excede al hombre y alumbra al poeta. En su fulgor hablante, la poesÃa de Gonzalo Rojas deslee la linealidad del tiempo en lo sucesivo del Ser, se gesta en el silencio numinoso de las cosas en movimiento y en el acontecer mineral de lo que residente y profundo es humano, …
Hasta el último hálito, Enrique Lihn fue fiel a su vida. Es la verdad que dice el libro con el que cierra su obra, confirmado por el testimonio de quienes pudieron verle en esos dÃas en que aguardaba el viaje último. Linh desencantó siempre a los que esperaban de él fiel adhesión a credos polÃticos o posturas literarias. De espÃritu crÃtico, imaginaria y furtivamente creador, supo deshacerse a tiempo de cualquier tipo de militancias incondicionales, por lo que fue siempre un sospechoso para los dogmáticos de izquierda y un sujet…
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