Imaginación histórica y memoria colectiva en la obra de María Rosa Lojo por Malva E. Filer (Brooklyn College y Graduate Center, City University of New York)





La reconstrucción imaginativa del pasado está presente en la literatura argentina a lo largo del siglo veinte, con novelas como La gloria de Don Ramiro (1908) de Enrique Larreta, Zama (1956) de Antonio Di Benedetto, Una sombra donde sueña Camila O'Gorman (1973) de Enrique Molina, Juanamanuela mucha mujer (1980) de Martha Mercader, El entenado (1983) de Juan José Saer, y Daimón (1978) y Los perros del paraíso (1983) de Abel Posse. Desde la preocupación por el logro de una fidelidad arqueológica de la primera hasta los deliberados anacronismos, distorsiones e invenciones de la última, estas novelas coinciden en su propósito de recrear épocas lejanas para cuyo conocimiento hay abundancia de información historiográfica. Desde los años ochenta, en cambio, comienza a producirse una literatura evocadora de un pasado reciente, en obras como Respiración artificial (1980) de Ricardo Piglia, La novela de Perón (1988) y Santa Evita (1995) de Tomás Eloy Martínez, y El fin de la historia (1996) de Liliana Heker. Perdura, al mismo tiempo, la atracción por hechos y personajes del siglo diecinueve, como lo atestiguan La revolución es un sueño eterno (1987) y otras obras de Andrés Rivera, como así también la mayor parte de las obras de María Rosa Lojo: sus novelas La pasión de los nómades (1994), La princesa federal (1998) y Una mujer de fin de siglo (1999), así como los relatos de Historias ocultas de la Recoleta (1999) y Amores insólitos de nuestra historia (2001).

Su reconstrucción de ese período formativo de la Argentina moderna se inscribe, sin embargo, dentro de un esquema más amplio que incluye la primera y la última de sus novelas publicadas, en las que la mirada retrospectiva se dirige hacia el pasado inmediato. Me refiero a Canción perdida en Buenos Aires al Oeste (1987) y Las libres del Sur (2004). Andreas Huyssen, en su libro Present Pasts (2003), se refiere al hecho de que el pasado, reciente y no tan reciente, se ha vuelto parte del presente como no hubiera sido posible imaginarlo en siglos anteriores. Según Huyssen, hoy sufrimos de una hipertrofia de la memoria. La obra de Lojo refleja, en efecto, esa convivencia de pasado y presente, pero ella no responde a las características que él señala, de una memoria sin fronteras, producto de la globalización cultural. Ella tiene, por el contrario, contextos geográficos e históricos nacionales, dentro de los cuales se mueven sus personajes históricos y ficticios. Apoyada en una cuidadosa investigación de cada uno de los períodos históricos que su obra abarca, María Rosa Lojo reconstruye ambientes de época y biografías, reintegrándolas con nuevos significados al presente activo de la memoria colectiva.

Me propongo aquí señalar algunos temas que sirven de hilos conductores a través de esta producción narrativa. En su reconstrucción del pasado, Lojo incorpora a menudo elementos autobiográficos, particularmente su experiencia como hija de exiliados que abandonaron España después del triunfo del franquismo. La guerra civil que separó a la gran familia española en bandos enemigos afectó también, luego, a los hogares. En su "Mínima autobiografía de una 'exiliada hija'", Lojo se refiere al "doble mensaje familiar" que recibió en su infancia, el de su padre gallego, republicano y ateo, sobreviviente de una orden de fusilamiento y de una condena a trabajos forzados, y el de su madre, una madrileña de raíces castellanas y andaluzas quien, al igual que la abuela materna, era devotamente religiosa, y a la que los republicanos le habían matado un primo que fue su primer novio.

Canción perdida en Buenos Aires al Oeste, su primera novela, ficcionaliza esta experiencia personal, y la de una generación de descendientes de exiliados. Educados para considerar el país en que nacieron un lugar de estadía pasajera, vivían a la espera del retorno al hogar ancestral, la patria a la que pertenecían aunque nunca hubieran vivido en ella. Esto lo expresa en la novela el hijo mayor de los Neira, una pareja de exiliados: "Yo, Miguel, el desterrado de una tierra en donde no nací, el que vive no sólo en su país .... sino en el mundo como en un hotel" (47). Conocemos a Juan Manuel Neira y Carmen Albarracín en el ocaso de sus vidas, con sus hijos ya grandes. A éstos, como argentinos, les ha tocado vivir durante el terror de los años setenta y perder a sus seres queridos y a sus amigos. La novia de Miguel desaparece, y a un amigo de Luis, el menor de los hijos, le matan al padre y al hermano. Luis mismo muere en la guerra de las Malvinas. La tragedia argentina tiene, entre sus víctimas, a los descendientes de los que habían sobrevivido las tragedias al otro lado del Atlántico. Juan Manuel comenta, con dolor, la ironía de haber pasado "siete años entre la guerra y la cárcel. Y salir vivo y venir a un mundo donde no había guerras" para perder en él a su hijo.

Piensa, paradójicamente, que Dios, en quien no cree, le ha cobrado su propia salvación con la muerte de Luis. A través de los relatos en primera persona de los siete personajes, la novela evoca cuatro décadas de historia todavía frescas en la memoria colectiva. Como otras novelas posteriores al Proceso, ésta reaviva la experiencia compartida y hace sentir el peso de la historia, poniéndole un sello personal. Lojo crea una atmósfera reflexiva, íntima, en la que los sentimientos de tristeza y de pérdida de dos generaciones están expresados con lenguaje sobrio, y en pasajes de un desgarrado lirismo. Como contrapunto, sin embargo, la novela sugiere la fuerza renovadora de la vida, y la vocación de servicio al prójimo, en los personajes de Irene Neira y Alberto Krieger, su esposo médico.


A diferencia de esta primera novela, La pasión de los nómades tiene un intertexto identificado y manifiesto: Una expedición a los indios ranqueles, de Lucio V. Mansilla. La distancia temporal y emocional le permite a la autora realizar una reescritura paródica, donde emplea un humor irónico y fantasía para recrear la figura de Mansilla. La obra de éste le interesa particularmente porque ve en él una excepción en la Argentina del siglo diecinueve, en la que el indio casi no tiene representaciones literarias positivas. Lojo elabora, en La pasión de los nómades, materiales que ha estudiado a fondo, como lo atestigua su libro La "barbarie" en la narrativa argentina del siglo XIX publicado en 1994, el mismo año que su novela. Además, para identificarse completamente con el tema, ella reprodujo el viaje de Mansilla, siguiendo fielmente el itinerario de éste. A pesar del trabajo de investigación que precedió a la escritura, Lojo emplea libremente su imaginación, recurriendo a la tradición mágica celta y gallega, e incorporando a la trama de esta novela personajes de su novela anterior.

El autor de Una excursión a los indios ranqueles, vuelto a la vida gracias a los poderes mágicos de Merlín y su sobrina Rosaura dos Carballos, hija del hada Morgana, reproduce, ciento veinte años más tarde, el viaje que hiciera en 1870 por las tierras indígenas, cuando fue enviado por el gobierno argentino para negociar con los caciques un pretendido tratado de paz. Mansilla, como su contemporáneo el Perito Moreno, llegaron a entablar relaciones amistosas con los indios y abogaron, sin éxito, por formas pacíficas de asimilarlos a la civilización, y en contra del exterminio y el despojo que triunfaron, finalmente, como política oficial. En ambos casos, estas figuras aparentemente benévolas, cuyas descripciones de la vida y las costumbres de los indios intentaron superar la intolerancia y los prejuicios, fueron instrumento de dicha política que ni uno ni otro pudieron o supieron modificar. Lojo evoca y reinterpreta a esta figura no bien comprendida por críticos e historiadores, al mismo tiempo que recrea las contradicciones del discurso del mundo "civilizado" de la época, en su campaña por dominar al "bárbaro". 

El Mansilla recuperado por la novela es consciente de que, a pesar de sus muchos talentos o tal vez por ellos, no consiguió su justo lugar entre los de su propia generación ni ha sido tomado en serio por las generaciones posteriores. Su experiencia en este segundo mundo finisecular le permite reivindicar la validez de las ideas que proponía en su libro, tan pobremente acogido por una sociedad decidida a exterminar al indio y poblar sus tierras con inmigrantes europeos. Los signos del progreso lo decepcionan, porque en ambos siglos ve una civilización "barbarizada" y destructiva. "La civilización y la libertad han arrasado con todo"(p. 57), le decía irónicamente a su amigo Santiago Arcos en comentarios que ciento veinte años más tarde le parecen igualmente válidos. En el viaje hacia el reencuentro con su pasado, en el que lo acompañan otras figuras fantasmales y excéntricas, el protagonista reitera su condena de los métodos bárbaros con los que se impuso la civilización. Su encuentro con el cacique Mariano Rosas lo obliga, sin embargo, a enfrentar la evidencia de su propia complicidad en el despojo infligido a los indios y sus propias declaraciones oportunistas y contradictorias que ponen en duda la autenticidad de sus expresiones de amistad y de aprecio por ellos. En este encuentro, Mansilla busca resolver sus propias contradicciones y reparar errores pasados. Las palabras del cacique se dirigen al cronista de Una excursión a los indios ranqueles y, a través de él, a los argentinos futuros:

"Nada podemos hacer y sólo nos queda comprender. Es poco. ¿De qué vale, hermanos, la sabiduría, si no tiene palabras poderosas? ¿De qué vale un conocimiento que no cambia los hechos? Eso es cuanto nos queda, al parecer. La memoria y el estudio de la memoria. Inclinarnos sobre aguas dormidas que reflejan imágenes hasta el fondo del tiempo. Sin embargo, saber es bueno. Porque los días de la creación no han concluido" (p. 177).

Esta novela de Lojo, junto con otras publicadas en las dos últimas décadas del siglo veinte, como Ema, la cautiva de César Aira (1981), Fueguia de Eduardo Belgrano Rawson (1991) y Un caballero en las tierras del Sur de Pedro Orgambide (1997), reinterpretan con sentido crítico el enfrentamiento que la historia caracterizó como la lucha victoriosa de la civilización contra la barbarie. En sus novelas posteriores, Lojo continúa evocando la Argentina decimonona, desde la época de Rosas hasta el fin del siglo diecinueve, en La princesa federal y Una mujer de fin de siglo, para luego abarcar, en Las libres del sur, la primera mitad del siglo veinte. Cada una de ellas es un estudio de la vida y la personalidad de una figura histórica femenina, al mismo tiempo que una reconstrucción de época: Manuela Rosas, Eduarda Mansilla de García y Victoria Ocampo. Nuevamente la autora recurre a sus dotes de investigadora, al mismo tiempo que pone en juego su habilidad para adentrarse en la psicología de sus protagonistas, recreando sus voces y pensamientos. María Rosa Lojo vuelve a la época de Rosas, bien munida de documentación pero sin ideologías limitadoras. Su novela incorpora la información historiográfica, sin las distorsiones gratuitas de algunas de las llamadas "nuevas novelas históricas", a la vez que da voz a las interpretaciones no canónicas de los hechos evocados. Manuela, por ejemplo, rechaza la imagen sarmientina de Facundo Quiroga: "Ni sus maneras ni los rasgos de su fisonomía evidenciaban esa ferocidad hirsuta que le adjudicó después en su libro el señor Sarmiento" (49).

Desautoriza, al mismo tiempo, la versión, propagada por los unitarios y legada a la posteridad por el libro de Sarmiento, de que fue Rosas quien ordenó la muerte del caudillo riojano. De Angelis comenta, en su Diario: "Jamás se librará Rosas de la acusación que ha recogido y arrojado el sanjuanino sobre el mundo entero"(57). Manuela cita, en su apoyo, al historiador Saldías, cuya obra revisionista sobre Rosas, la primera en su género, ella pudo conocer en sus últimos años. Lojo no introduce, por supuesto, argumentación a favor o en contra de ninguna de las posiciones de su protagonista o sus adversarios, y el soporte documental nunca emerge a primer plano. Como investigadora y novelista, mantiene cuidadosamente la diferencia entre una y otra tarea. Lo que su novela se propone y logra, en efecto, es producir una visión distinta del pasado, a través de las perspectivas de sus tres personajes: Manuela, Pedro de Angelis y Gabriel Victorica.

El joven doctor Victorica, descendiente de federales y unitarios, dialoga con Manuela, al final de su vida, en el hogar que ésta formó al casarse con Máximo Terrero en su exilio londinense. El visitante lleva consigo un Diario secreto e íntimo de Pedro de Angelis que éste, el intelectual más destacado al servicio de Rosas y el consejero y admirador de la joven Manuela, había dejado en casa del padre de Gabriel, antes de morir. Su diálogo con Manuela  y la lectura de las páginas testimoniales de Pedro de Angelis forman, con su constante desplazamiento de tiempos y de perspectiva el entramado de la novela. Uno de los aspectos más logrados por Lojo es la escritura de ese Diario, por cierto apócrifo, en el que la autora ha ahondado en la personalidad conflictiva, en las ideas, emociones e infortunios de su presunto autor. Aunque inventado, el texto del Diario está basado en la documentación existente y, en particular, en la información que provee el libro de Josefa Emilia Sabor, Pedro de Angelis y los orígenes de la bibliografía argentina que la autora reconoce como su principal fuente. Del mismo modo que el Diario, el personaje de Gabriel es inventado, aunque los Victorica, de los que la novela lo hace descender, fueron, en verdad, una familia de reconocida actuación en la vida pública argentina. El relato penetra en la mente y en la intimidad de los dos personajes masculinos.

Estos, como la novela, giran, sin embargo, alrededor de Manuela, cuya vida y personalidad tanto ellos como nosotros queremos comprender. Conocida por el diminutivo Manuelita, la hija de Rosas, aunque tuvo detractores en su época, ha quedado fijada en el imaginario colectivo como la niña hermosa, compasiva, dechado de virtudes femeninas, que rogaba, y a veces conseguía, salvar la vida o restituir la libertad de algún enemigo de su cruel y despótico padre. Lojo restituye a esta figura lo que la historia le ha negado, su propia personalidad y, al llamarla Manuela, la autora reconoce su identidad madura, no sólo biológica sino también espiritual, y la independencia que conquistó cuando dejó de ser la "niña Manuelita", la hija inseparable de Rosas. Al mismo tiempo, la imagen de Manuela y su familia presentada por la novela socava los estereotipos con los que la versión hegemónica de la historia argentina ha caracterizado a Rosas y su época. En Una mujer de fin de siglo, Lojo continúa su evocación de las décadas posteriores a la Argentina de Rosas, centrándose en la escritora Eduarda Mansilla de García. Eduarda era hermana de Lucio V Mansilla, el autor de Una expedición a los indios ranqueles y protagonista de la segunda novela de Lojo, sobrina del Restaurador, y esposa de un diplomático argentino que procedía del bando antirrosista victorioso. La novela presenta el drama de esta mujer de elevada cultura y manifiesto talento literario y artístico, cuya pertenencia a la clase privilegiada y hermosura destinaban al lujo y al éxito social, pero a quien la sociedad argentina de su tiempo le hizo pagar muy caro su vocación de escritora. El doble contexto finisecular sugerido por el título, el decimonónico en el que se inscribe la vida de Eduarda Mansilla, y el de un siglo más tarde, el presente de la escritura, sugiere, como señala Olga Steimberg de Kaplan, la idea de un balance, de una reflexión sobre "continuidades y discontinuidades en la condición de la mujer de una y otra época" (Humanitas 32, 26). 

Aun más que en la novela anterior, Lojo se adentra en los pensamientos y conflictos íntimos de su personaje, haciéndola hablar con su propia voz, ya sea citada o imaginada, en la primera parte del libro. En la segunda, el personaje es visto desde la perspectiva de su secretaria, Alice Frinet, una mujer joven, francesa, de origen humilde pero inteligente y sensible, quien comprendio la tortura psicológica de Eduarda, la cual abandonó a su esposo y a sus hijos y regresó a su patria para poder realizarse como persona y como escritora. Si, por una parte, Eduarda fue víctima de la maledicencia y de la falta de reconocimiento en el medio literario, por la otra la asediaron sus propios sentimientos de culpabilidad que la llevaron a pedir, en su testamento, que no se reeditaran sus obras. Al rescatar del olvido a esta extraordinaria mujer de las letras argentinas, la novela evoca un capítulo en la lucha por la emancipación femenina que es parte de la historia no incluida en los textos canónicos. La creación de una memoria y una identidad colectiva de la mujer argentina se va realizando a través de novelas como ésta, en la que Lojo ha logrado reconstruir un mundo que ya sólo vive en la literatura. Quiero destacar, en ese sentido, que Una mujer de fin de siglo revive ambientes y personajes históricos de la época, como el médico y escritor.Eduardo Wilde, el poeta Carlos Guido y Spano, y el General Benjamín Victorica, ministro de guerra del presidente Roca. Gabriel Victorica, supuesto hijo del General, es, en cambio, un personaje ficticio trasplantado de la novela La princesa federal. Por otra parte, las páginas que narran los viajes de Eduarda evocan la vida en Washington durante la presidencia de Lincoln, en vísperas de la guerra civil. Eduarda conoce a abolicionistas, tiene contacto con una feminista activa en el movimiento de sufragistas y, ya sea en Washington, Nueva York o Filadelfia, observa con mirada crítica todo lo que ve.

En el final, fallecida ya la protagonista, su hijo menor, Daniel, relata sus experiencias del París posterior a la Comuna, en el que se encuentra con la figura fantasmal de la Emperatriz Eugenia, y con otros sobrevivientes de la nobleza, desplazados por la Tercera República. El fin de siglo es el fin de un mundo, el que le tocó vivir a Eduarda Mansilla., y es el comienzo de la época en que actuaría Victoria Ocampo, otra mujer ilustre de las letras argentinas, quien fue promotora de la alta cultura y de la emancipación femenina. A ella dedica Lojo su más reciente novela Las libres del Sur. Esta obra sobre Victoria Ocampo reconstruye un período importante de su vida, entre 1924 y 1931, durante los cuales se relacionó con ilustres hombres de letras y de pensamiento, como Rabindranath Tagore, el Conde de Keyserling, José Ortega y Gasset, Drieu La Rochelle y Waldo Frank, quienes visitaron la Argentina, en la mayoría de los casos con su ayuda y patrocinio. Este es también un período de innovación literaria y de curiosidad intelectual en el medio bonaerense, que Victoria comparte con Jorge Luis Borges, Oliverio Girondo, Eduardo Mallea, María Rosa Oliver, los españoles Ramón Gómez de la Serna y Guillermo de Torre, casado con Nora, la hermana de Borges, Francisco Romero y otras de las figuras destacadas de su generación. Entre ellos eligirá a sus futuros colaboradores en la realización de la Revista Sur, con cuya fundación concluye la novela de Lojo. La vida intelectual y literaria de la época y los comienzos de Sur tienen por trasfondo la crisis política argentina que lleva a la caída de Yrigoyen y al golpe de estado del general Uriburu en 1930. Los gérmenes del futuro peronismo ya están presentes en la niña Evita, a quien Carmen Brey, la secretaria de Victoria, llega a conocer en Los Toldos, en la Provincia de Buenos Aires.

Con gran habilidad Lojo recrea el ambiente y la época, a veces con un humor irreverente como, por ejemplo, cuando le hace vivir a Borges el episodio de los gauchos que lo provocan tirándole migas de pan, parodia de lo que él había narrado en su cuento "El sur", aunque esta vez con un final risueño, sin muertes. En esta novela, Lojo no hace hablar a sus personajes en primera persona, un narrador nos los da a conocer. Por otra parte, el relato mezcla, como en toda novela histórica, datos verídicos y datos imaginados, aunque verosímiles, en la escritura de diálogos, cartas, y episodios de la trama. El personaje de Carmen Brey, su historia de familia, y el encuentro con el hermano son de este último orden. Carmen es gallega y, como la francesa Alice, ha dejado en su tierra, un pasado penoso.

Su búsqueda del hermano desaparecido, y el encuentro con éste viviendo estre indios y expiando una vieja culpa, pasa a un segundo plano, mientras Carmen va conectándose con el nuevo mundo y conquistando en él la libertad de elegir su propio destino. El tema del exilio, y en particular el exilio de españoles gallegos, siempre latente en la obra de Lojo, desde su primera novela, reaparece en esta obra reciente. Los exilios exteriores e interiores de sus personajes, el avance lento pero irreversible de la emancipación femenina de generación a generación, dentro de cada contexto histórico y social, son revividos en cada una de las novelas de esta autora. Es más, toda la obra de María Rosa Lojo, como creadora y como estudiosa de la literatura, rescata y hace significativo el pasado para que viva y se transforme en la memoria colectiva.


Notas 


(*) El presente artículo ha sido tomado del XXIV Simposio Internacional de Literatura, Instituto Literario y Cultural Hispánico, California, Buenos Aires 9 al 14 de agosto de 2004. Analecta Literaria agradece a la autora y a la Dra. María Rosa Lojo por permitirnos reproducirlo. 


1. En las páginas finales de Una excursión a los indios ranqueles, Mansilla afirma que "los Ranqueles son una raza sólida, sana, bien constituida" (p. 391), que a medida que se crucen y mezclen con los blancos irán "ganando en estatura, en elegancia de formas, en blancura y hasta en sagacidad y actividad" (Ibid.). Se define por "la conquista pacífica de los Ranqueles ... para absorberlos y refundirlos, por decirlo así, en el molde criollo" (Ibid.). 

Bibliografía 

Huyssen, Andreas. Present Pasts. Urban Palimpsests and the Politics of Memory. Stanford, CA: Stanford UP, 2003

Lojo, María Rosa. 

— Canción perdida en Buenos Aires al Oeste. Bs. As.: Torres Agüero, 1987 
— La pasión de los nómades. Bs. As.:Atlántida, 1994 
— La princesa federal. Bs. As.: Planeta, 1998 
Una mujer de fin de Siglo. Bs. As.: Planeta, 1999
Las libres del Sur. Bs. As.: Sudamericana, 2004 
Mínima autobiografía de una 'exiliada hija'. En prensa.

Mansilla, Lucio V. Una excursión a los indios ranqueles. Prólogo, Notas y Cronología, Saúl Sosnowski. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1984

Steimberg de Kaplan, Olga. "Verdad histórica y discurso ficcional en Una mujer de fin de siglo, de María Rosa Lojo". Humanitas 32 (2003), 23-32. 





MALVA E. FILER nació en Argentina, obtuvo un B. A. en Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires y un Doctorado en Filosofía por la Universidad de la Colombia. Ella es Profesora en la cátedra de Lenguas y Literaturas Modernas en el Colegio de Brooklyn, y en Programa en Literaturas hispanas y Luso-brasileñas en el Centro de Graduados de la City University of New York, desde 1988. Es investigadora y ha escrito libros sobre Julio Cortázar y Antonio Di Benedetto. Es coautora junto con Raquel Chang-Rodríguez del libro Voces de Hispanoamérica. Antología Literaria. Boston: Heinle & Heinle, 1988; 2nd Edition, 1996; 3rd Edition, Thomson & Heinle, 2004. Sus otras publicaciones incluyen estos títulos: The Final Island. The fictions of Julio Cortázar,. J. Alazraki and I. Ivask, eds. (Norman: Oklahoma UP, 1978); Mario Vargas Llosa. A Collection of Critical Essays, Ch. Rossman and A. W. Freedman, eds. (Austin: Texas UP, 1978); Carlos Fuentes. A Critical View, R. Brody and Ch. Rossman, eds. (Austin: Texas UP, 1982); Borges and his Successors, Edna Aizenberg, ed. (Columbia: Missouri UP, 1990); La novela argentina de los años 80, R. Spiller, ed. (Frankfurt am Main: Vervuert Verlag, 1991); Culturas del Río de la Plata (1973-1995). Transgresión e intercambio, R. Spiller, ed. (Frankfurt am Main: Verveurt Verlag, 1995); Transformaciones de una cultura. Literatura latinoamericana y Postmodernidad, Olga S. de Kaplan, ed. (Tucumán: Facultad de Filosofía y Letras, UNT, 1996); Le fantastique argentin, Cahiers du CRICCAL No. 17 (Paris: Presses de la Sorbonne Nouvelle, 1997); Between the Self and the Void: Essays in Honor of Severo Sarduy, Alicia Rivero-Potter, ed. (Boulder: U of Colorado, 1998); Studies in Honor of Myron Lichtblau, Fernando Burgos, ed. (Newark, Delaware: Juan de la Cuesta, 2000); Silva. Studia philologica in honorem Isaías Lerner, Isabel Lozano-Renieblas and Juan Carlos Mercado, eds. Madrid: Castalia, 2001; Me gustas cuando callas... Los escritores del Boom y el género sexual, Ana Luisa Sierra, ed. (San Juan: Univ. de Puerto Rico, 2002); and Borges en Jerusalén, Myrna Solotorevsky and Ruth Fine, eds. (Madrid: Vervuert-Iberoamericana, 2003). Ha publicado la edición crítica de Maluco. La novela de los descubridores de Napoleón Baccino Ponce de León (Buenos Aires: Stockcero, 2006) y la edición crítica de Una mujer de fin de siglo de María Rosa Lojo (Estudio Introductorio, Bibliografía y Notas). Buenos Aires: Stockcero, 2007.