Rubén Darío






Amerindians Elements
in the poetry of Ruben Dario
de John A. Morrow*
Con Prefacio de Keith Ellis
y un Estudio Preliminar de Luis Alberto Vittor


Sonia Contardi**

Universidad Nacional de Rosario





Este texto de John Morrow cuyo marco teórico apela a la sociocrítica, y a la historia social es a todas luces un libro desafiante. En primer lugar desafía la idea de Rubén Darío como poeta afrancesado y al famoso ensayo que Rodó escribe en 1888 en el que dice que Darío no es el poeta de América. Morrow, por el contrario, descubre en el gran nicaragüense una rica veta americanista que va trazando las bases de una identidad mestiza. Identidad compleja que irá tramándose durante los tiempos de la colonia.

El texto lleva un prefacio del Dr. Keith Ellis, Profesor emérito de la Universidad de Toronto y un profundo estudio del profesor Luis Vittor del Centro de Investigaciones en Filosofía e Historia de las Religiones del Departamento de filosofía de la Escuela de Graduados de la Universidad Argentina John F Kennedy. En este segundo prólogo dedicado a sus ancestros y a la memoria de "criollos y gringos " Vittor despliega una vasta erudición en lo que se refiere a la crítica sobre el modernismo y la historia cultural de América Latina. Desde el punto de partida de una pregunta fundamental: "Quién soy yo" Vittor indaga la dualidad de los hispanoamericanos y su preocupación por encontrar una síntesis. Emplea el concepto de "transculturación" acuñado por Fernando Ortiz en su texto El contrapunteo del tabaco y de la caña de azúcar y también las consideraciones de Ricardo Rojas en su obra Eurindia. En un sentido opuesto a estos autores también revisa el pensamiento de Sarmiento, con un sistema de ideas que conlleva el reclamo de la "solución final", es decir el llamado a exterminar al gaucho y al indio de la geografía argentina. Repara por otra parte en el concepto del Otro elaborado por Michel Foucault, en la teoría de la recepción de Jauss ; y en textos de Bolívar, Vasconcelos, Henríquez Ureña para mencionar algunos que, entre otros, se ocuparon de discernir la conflictiva definición de la identidad hispanoamericana. Por cierto también lee la historia de la conquista del continente hispanoamericano haciendo referencia a cronistas e historiadores , clérigos y conquistadores que se enfrentaron a la tarea de describir e interpretar el Nuevo Mundo.

Vittor inscribe el texto de Morrow en una corriente revisionista del modernismo, junto a figuras como el Profesor Keith Ellis, Iris M Zavala, Hensley Ch. Woodbridge, T. W. Jensen, Cathy Login Jrade, entre otros. Por cierto piensa la obra de Darío como una respuesta al positivismo de su época, actitud que se ve corroborada por la adhesión del poeta nicaragúense a doctrinas antiguas y esotéricas y a elementos amerindios. Afirma así que Darío ama a los poetas de Francia pero no a sus filósofos, fundamentlmente reniega de Descartes y su racionalismo apelando a las tradiciones prehispánicas como una toma de posición frente al lector y al crítico de su época. El lugar del cantor entre los aztecas, sus imágenes son combinadas por Darío con salmos bíblicos o himnos grecolatinos, es decir, formas poéticas mestizadas. De este modo afirma Vittor, Darío revitaliza tradiciones petrificadas al tiempo que renueva la lengua española , al proceder como los "cuicani" aztecas que observaban según una cita de Clavijero empleada por Vittor "(...) el metro y la cadencia". Este es quizás el rasgo más sobresaliente de la originalidad de Rubén Darío, que lo convierte en líder del modernismo prefigurado por José Martí y continuado por poetas como Leopoldo Lugones.

Para finalizar señala Vittor el modernismo produce una síntesis y sobrepasa a todos los movimientos que se sucedieron unos a otros en Europa: parnasianismo, simbolismo y decadentismo. Es lo moderno, aquello que logra diferenciarse de la oposición tan simplista: europeísmo versus americanismo.



El texto de Morrow instala, así muchos tópicos, la problemática del mestizo y el uso de las máscaras. Máscaras que les permitieron a los huachinangos, mulatos, zambos, cuarterones, tercerones y “torna atrás con pelo liso”- tales eran algunas de las denominaciones sugeridas por las leyes españolas para nombrar a los sujetos surgidos de las variadas uniones de africanos con blancos, de indios con españoles y de la más perseguida, la del indio con el negro- ocupar un lugar en la sociedad de castas durante la época colonial. En el proceso de modernización vivido por las sociedades hispanoamericanas a fines del siglo XIX las máscaras continuarán siendo utilizadas por los mestizos. Es quizás por esta razón que en su prólogo a Prosas Profanas Darío niegue su origen amerindio al decir en sus palabras liminares: “¿Hay en mi sangre alguna gota de sangre de Africa, o de indio chorotega o nagrandano? Pudiera ser, a despecho de mis manos de marqués: mas he aquí que veréis en mis versos princesas, reyes, cosas imperiales (…)”.1 Al mismo tiempo que se disfraza de “marqués” progresivamente irá incorporándose a la gran “cosmópolis”, la promisoria Buenos Aires. Su reconocimiento por parte de la "ciudad letrada", para tomar el concepto de Angel Rama, comenzará con su defensa frente a los sectores del Ateneo, herederos de la generación del 80 y de Paul Groussac. Precisamente su famosa nota “Los colores del estandarte” constituirá una valiente respuesta al más temido crítico de las letras porteñas que más tarde terminará reconociéndolo como un poeta de gran valor. Por cierto, Darío publicará, entre otras poesías, sus Poemas Americanos en la revista La Biblioteca financiada por el Senado de la Nación y dirigida por el propio Paul Groussac que lo constituirá en “poeta mosaísta”, es decir, como aquel que trae fragmentos de lenguaje de aquí y de allá para componer sus poemas, del mismo modo en que lo hacían los viejos artífices de los frisos en Pompeya. Esta doble actitud, la de ponerse la máscara de marqués y luego, publicar en La Biblioteca una visión poética alhajada de los pueblos originarios de mesoamérica, es tal vez marca de esa “dualidad” del mestizo.

Su desdén por la época en que le toca vivir, las “visiones de países lejanos” que ofrecen sus Prosas Profanas se explican tal vez por el clima cultural de una Buenos Aires que se afrancesa dejando atrás su perfil colonial. Pero en una escena urbana que imita París, en sus avenidas y en sus teatros Rubén Darío también afirmará: “ (si hay poesía en nuestra América, ella está en las cosas viejas, en Palenque y Utatlán, en el indio legendario y en el inca sensual y fino , y en el gran Moctezuma de la silla de oro.(…)”

John Morrow agradece a su director y prologuista Keith Ellis el haberle hecho descubrir el mundo indígena que Darío configura en su obra, los símbolos prehispánicos, la” función sagrada de la “flor y el canto” que supieron estudiar con tanta rigurosidad intelectuales mexicanos como Garibay y Portilla.

La pertenencia del mestizo hispanoamericano a dos mundos fue abordada por un intelectual “faro” de la generación de los llamados primeros americanistas críticos de los años 20 al 40: José Vasconcelos que vislumbrará en su obra La Raza Cósmica el surgimiento de la quinta raza, la mezcla racial del continente americano como un factor positivo capaz de mejorar la cultura universal.

Mucho se ha escrito sobre Rubén Darío, ¿No había sido suficientemente abordado ya por la crítica? Sin embargo Morrow produce una relectura diferente y ofrece otro punto de vista. Se trata de un acto crítico que revisa la crítica tradicional de la obra de Darío y que ofrece además una nutrida gama de perspectivas teóricas en la que es atacado el eurocentrismo. Rescata la figura de Pedo Salinas que había visto en Darío también a un antiimperialista y a un poeta social. Esto puede corroborarse en muchas de las palabras de sus Cantos de Vida y Esperanza publicados en 1905, pero que ya se insinuaban en cuentos como “El fardo” en su primera obra Azul. Sin embargo, si bien reconoce entre sus maestros de prosa a José Martí, se diferenciará de éste por su voluntad de profesionalización de la tarea poética. Esto se hace evidente en la necrológica que le dedica a Martí, cuando muere en Cuba y que forma parte de Los Raros. En este libro publicado en 1896 Darío le reprocha a Martí haber derrochado el "oro" de su talento en la guerra por la independencia de Cuba.

Por último cabe decir que John Morrow repasa e investiga una gran cantidad de materiales dispersos escritos por Darío en forma de cuento, crónicas y poemas. Poemas como “Caupolicán” o “Chinampa”, en el que percibe el agua que rodea a la gran Tenochtitlan, su fascinación por las prácticas de “comunicación con lo invisible” sitúa a este poeta en aquello que los conquistadores no pudieron derrotar.

Tal vez Rubén Darío haya buscado restituir un lugar sagrado para la poesía, volver a ser como el poeta rey Nezahualcóyotl, en una América ingenua que aún cree en Jesucristo y reza en español, de allí su condena a las aplanadoras democracias y a las academias.

Anhelaba sin lugar a dudas un reino para la poesía tal como existía en los tiempos prehispánicos, un mundo en el que no había ciudades si antes no se había erigido la casa del canto, el lugar en el que la voz poética se entrelazaba con la pintura de los códices en tinta negra y roja y con bailes, plenos de atabales y sonajas.





NOTAS

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Texto leído durante la presentación del libro Amerindian Elements in the poetry of Rubén Darío. The Alter Ego as the Indigenous Other, Edwin Mellen Press (Lewinson-Queenston-Lamperter 2008), de John A. Morrow, Associate Profesor of Languages and Literature de la Eastern New Mexico University, en el Congreso Internacional Encuentro De Mundos Pasajes Interculturales realizado en la Universidad Nacional De Rosario los días 27,28 y 29 de mayo de 2009.
** Los datos biobibliográficos de la Dra. Sonia Contardi puede el lector interesado consultarlos en nuestro post del día miércoles 18 de marzo de 2009.

1. N de la R.: A propósito de esta declaración de Darío en Prosas Profanas, nos comentaba el Dr. Morrow en un mail: "Para mi, y para muchos otros, esa pregunta de Dario no es una negación de su origen autóctono, sino una afirmación por vía de una pregunta retórica."