De: Bote Negro (2013) 3. ¿Qué terror es éste, enraizado en la escritura como oficio y deber, como espinas en la niebla de marzo que ella no puede quitar y sin embargo canta? La dulzura de la fe en las palabras que escapan de su cárcel es semejante a nuestra supervivencia en esta ciudad sin ángeles. Vendrá el sol como siempre, a romperse frente a mi asombro y vendrá la noche como una hilera infatigable de hormigas. Y cerraré este cuaderno, y soñaré con árboles rugosos pero sin heridas. Y con la clemencia de la luz. …
Descubrà la existencia del poeta español Juan Larrea en 1958 a través de su obra Rendición de EspÃritu . Leà esos dos volúmenes —que me esperaban intonsos, en el Instituto de Literaturas Modernas de la Universidad de Cuyo— con deslumbramiento y pasión, descubriendo a un poeta vidente de excepcionales condiciones, y a un hermeneuta que aplicaba a la Historia misma su capacidad revelatoria. Debo decir que ambos mensajes —el sentido de la poesÃa y el destino de América— entrelazados por una mirada profética, me marcaron para s…
La poesÃa de Canarias se puede definir como un hecho singular desde el momento que esta cumple su mayorÃa de edad y se pone a dialogar con poéticas de otras latitudes extrapeninsulares. Esa madurez no supone una tendencia a la homogeneización de la expresión y el contenido sino un afán dialogante que enriquece y, al mismo tiempo, nutre y amplÃa. En esa diversidad estaba la universalidad a la que aspiraba nuestra literatura en unas circunstancias culturales e ideológicas que el academicismo literario denominó modernismo . Realm…
Los poetas suelen rechazar la condición puramente verbal de la poesÃa: la poesÃa, en su calidad de creación literaria pura, inerte. Rimbaud quiso cambiar la vida. Terminó por abandonar la poesÃa y transformarse en comerciante, ¿traficante?, en Abisinia. Maiakovski trató de convertir la poesÃa en instrumento de la revolución. Vicente Huidobro fue un inventor incesante de actos poéticos. Pablo Neruda, encerrado en la cárcel estéril de Residencia en la tierra ("sus listas de sonido, sus lúgubres barrotes"), se propuso unir desp…
De: No Nada Nunca (1994) Escucha el agua de la canilla rota la gota de sangre del agua la sangre de los enterrados en el rÃo de la plata ametrallados de humedad los ojos llenos de espejos cloacales escucha caen en tu casa De: La pluma y su piar (2001) Qué poemas nuevos fuiste a buscar Félix Luna Dicta el poema Quien lo escribe sabe que esa consigna es cal sólo disimulada cuando el viento Leemos con el ojo repleto de migajas la palabra socavada la tierra levantada …
De: Otro lugar (1992) OTRO LUGAR El espacio cerrado que una vez ocupó la lámpara y el espejo tiene la lentitud gestual de mi cuerpo. Cómo entreabrir el verso y asistir a la misteriosa movilidad de un territorio guardado. La memoria máscara de la sonrisa, nada nos ayuda. Persistimos en lo finito necesario. La soledad emerge como piedra. Sin reinos asisto a mi desnudez. Allà soy único rostro de tu ausencia. ¿Quién ha recorrido este desierto? Al despertar…
P laya nueva del volcán Viento oscilador lleno de neumas Qué callada la playa queda A lo lejos la ola rueda recodos guijarros deja y su dorso en seco golpe explaya el mar sobre la lava fresca Un brazo natatorio bajo rayos avanza aquel trotar de nubes cortas Su envés irisado que alarga cuellos y alza las cabezas R obando a Dios me hirieron balas del fuego amigo Por ver a una madre aparecieron su rostro sus pestañas y cejas El corto andar el jeito que recoge los …
Sobre Manuel DÃaz MartÃnez y su libro «Vivir es eso» * Creo que estamos muy cerca, en Latinoamérica, de dar en el blanco de una poesÃa o, en términos más generales, de un lenguaje, y hasta de un estilo literario que, por individual y nacional que sea, responda, en lo esencial, a una problemática de la escritura y de la vida común a todos los escritores y lectores latinoamericanos, y que eventualmente alcance a traspasar, como se dice, «las barreras del idioma». Se me dirá que otras generaciones cumplieron ya esta tarea. Co…
1 Decir relámpago es nombrar a Gonzalo Rojas. OÃrlo es ya el fuego mismo. Relámpago. Hondura suya en el hacer y deshacer la sintaxis del poema, en el consentir la poesÃa como respiración otra, como necesidad, como sed diáfana para desentrañar el misterio que excede al hombre y alumbra al poeta. En su fulgor hablante, la poesÃa de Gonzalo Rojas deslee la linealidad del tiempo en lo sucesivo del Ser, se gesta en el silencio numinoso de las cosas en movimiento y en el acontecer mineral de lo que residente y profundo es humano, …
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